domingo, 13 de enero de 2013

Epílogo: Tal y como empezamos



El verano había terminado y mañana empezarían la universidad de nuevo por eso estaba segura de que si no lo hacía hoy no iba a tener otra mejor oportunidad. No iba a poder desenmascarar a la Princesa Blogger. Después de haber reunido todas las pruebas que había conseguido yo estaba segura casi al 100% de quien era nuestra bloggera, nuestra enemiga. Así que no tenía mucho tiempo. Marqué todos los móviles y los reuní a todos tal y como solía hacer Poirot cuando descubría el asesino en los libros de la famosa escritora de misterio Agatha Christie.

Todo el mundo estaba reunido en el salón: Daniel y Patricia; Lucía e Izan; Jaime y Lidia; Lorena y Adrián; Celia y Pablo; Claudia y Omar; Alejandro y Sofía; Rocío, Diego, Sara, Mario y yo. Repartidos entre los dos sofás de 4 asientos, el butacón y la alfombra. 18 pares de ojos estaban posados en mí mientras yo recorría el salón de un lado a otro.

-Bueno ¿qué?, ¿nos has reunido aquí para decirnos quién es la Princesa Blogger?- masculló Sara; todos la fulminaron con la mirada y se calló.

-Sí, lo cierto es que os pienso revelar la identidad de nuestra querida amiga.-dije sin preocupaciones.

“Al principio estaba casi tan segura de que la Princesa estaba en nuestro grupo que pensé que era Sara, y es que todas las pruebas estaban en su contra. Ella había destruido mi relación con Adrián, ella había hecho cosas en contra de todos, lo que llevaba a todo el mundo a acusarla. Pero ella solo era una mísera marioneta, lo supe cuando la acusamos y se veía en sus ojos que no sabía nada. Y luego el mensaje de texto me lo aclaró todo; no podía ser ella porque todos teníamos su número y no salía reflejado como ella, si no como un número que no tenía nadie.”

“Así que investigué pensando que quizás se hubiera comprado uno de estos móviles de prepago prácticamente de usar y tirar, mejor no os contaré como descubrí que no había movido dinero en las últimas semanas. Y eso me llevó a preguntarme si no estábamos acusando a la persona equivocada.”

“Cuando llegó Rocío; y la Princesa previó su llegada, sin que vosotros lo supierais, porque no os lo dije a ninguno me mandó un mensaje, me dijo que llevaba 20 años sin conocer realmente la verdad. Cometió un error porque ella no sabía que yo llevaba tiempo detrás de ella, descubrí más cosas de las que vosotros creéis, supe que nunca había habido una Princesa fija, era algo así como hereditario.”

“Cuando la Princesa decide que su misión ya ha terminado sus periodistas se presentan a una especie de elecciones y ahí deciden quién debe seguir el trabajo. Cada uno la suele tomar con un grupo en concreto. La anterior Princesa que estuvo antes de comenzar este verano, que sí fue Sara, la tomó con aquellos chicos que se habían reído de ella cuando estábamos en 4º de la ESO”

-Sí- reconoció la aludida- Fui la Princesa Blogger hasta el verano, después dimití y no supe más  de la organización hasta que alguien se puso en contacto conmigo para que investigase pero a espaldas de la nueva Princesa Blogger; nunca llegué a encontrarme con mi cliente, solo sé que pagaba bien. Y luego cuando vosotros me acusasteis cortó la comunicación conmigo. Y supuse que había estado trabajando para la bloguera.

Todos me miraron realmente sorprendidos nunca habían pensado que yo podría llegar tan lejos, por mi cuenta, sin ayuda y a sus espaldas. Solo sonreí y continué.

“Por lo que Sara le fue pasando información sobre nuestros movimientos, nuestros escándalos, también me enteré de que cuando Jaime le vendió la droga a Lorena también había actuado bajo las órdenes de otra persona”

-¡Tú le vendiste la droga a Lorena!- exclamó Lidia visiblemente decepcionada. La ignré y seguí hablando.

“Y luego cuando cortaron la comunicación con Sara supe que la Princesa, que la había tomado claramente con nosotros, ya se había acercado a nosotros; pero eso lo pensé ayer. Todo encajó ayer al igual que un puzle del cuál encuentras una pieza perdida durante mucho tiempo.”

“El padre de Celia también se había enterado de la boda de su hija mediante la dichosa P.B; que tenía suficiente confianza en nosotros como para saber del matrimonio secreto de Pablo y Cece. Y sospeché de Diego; siento decir que el día anterior había terminado pensando que la Princesa podría ser un chico, desde el principio solo habíamos acusado a las chicas debido a que el nombre estaba en femenino y como nada nos cuadraba sospeché de nuestro vecino con el cuál teníamos suficiente confianza como para contárselo”

“Pero luego descubrí que Diego ni siquiera sabía quién era el padre de Celia, y otra vez estaba tal y como había empezado, y luego me sacó de dudas la pieza que faltaba. ¡Oh sí señores y señoras, señoritos y señoritas! Yo, Alicia Fernández había descubierto la identidad de la Princesa Blogger, yo sola, yo había hecho que mis pequeñas células grises funcionaran. Yo había conseguido amedrentar a nuestra blogera.”

“Una bloguera que está ahora mismo en esta sala; de la que nunca habríamos sospechado, por favor, cómo íbamos nosotros a sospechar de ella, tenía la coartada perfecta. Parecía tan inocente, tan indefensa. Parecía imposible, nunca pensó que yo podría descubrirla. Menospreciaba mi capacidad de razonamiento.”

Inquietos se empezaron a mirar unos a otros, ahora había conseguido crear el miedo y la presión que necesitaba, solo tenía que esperar unos instantes para que ella se descubriera sola, o si tenía la sangre fría de mantener la calma. Todos estaban sorprendidos, incluso ella. Debo reconocer que me costó mucho hacerme a la idea de que ella nos había traicionado, debí suponerlo desde el principio, siempre había escondido algo. Todo este tiempo nos había estado ocultando algo, yo había tenido la solución bajo el mismo techo que yo y no me había dado cuenta, no había pensado. Estuve ciega, pero ahora no tenía escapatoria.

“La  Princesa Blogger la tuve a mano casi desde principios del verano, y ella solo lo hacía por diversión, solo quería ver como nosotros evitábamos fallar porque le teníamos miedo. Porque ella nos tenía miedo y quería que sintiéramos lo mismo que sentía ella”

-Por eso- dije tranquilamente- llamó a Rocío Fernández a nuestro particular estrado.

Los ojos desorbitados de todos se clavaron en la cara de mi hermana gemela. Ella no pareció inmutarse de verdad tenía sangre fría, tenía tanta que por un momento llegué a pensar que me había equivocado. Pero no, aplaudió. Fue un aplauso lento, frío y acompañado por una risa.

-Llevas razón, todo el tiempo desde que llegué no pensé que podrías descubrir que tu propia hermana te había traicionado.

-Lo que aún no entiendo- dijo Sara- es ¿por qué?

-Está claro- respondí yo- hace 20 años, ella fue dada en adopción, ella fue un bebé robado. Su principal objetivo era yo, pero gracias a Sara descubrió que a mí no me importaba que difamase sobre mí. Descubrió que mi preocupación eran mis amigos. Y por eso la tomó con nosotros. Y lo hizo, lo hizo por la sencilla razón de que tenía celos, y miedo. Porque se preguntaba por qué ella y no fui yo la que creció en una mentira.

-Bravo de nuevo hermanita- respondió Rocío.-Me quito el sombrero ante tu capacidad de pensamiento, pensé que yo era la hermana lista. Es una auténtica pena que no puedas probar nada de eso.

-Te equivocas- reconoció Pablo mientras todos le miraban.

--Gracias por grabar toda la conversación Pablo- hablé en un tono suave sin preocupaciones- francamente pensé que se te habría olvidado.

Rocío se quedó a cuadros, nunca llegó a pensar que todo su daño le iba a costar tan caro. Conseguimos llegar a un trato, ella deshacía la organización de la Princesa Blogger, desaparecía del mapa y nuestras vidas y a cambio nuestro silencio. Ya que por los cálculos de Alejandro que estaba estudiando para abogado si entregábamos esa cinta ella pasaría varios años en la cárcel.

Al fin y al cabo no había sido un mal verano, habíamos vivido aventuras, habíamos soñado, habíamos descubierto a la bloguera más poderosa de la ciudad. Pero sobre todo habíamos sido nosotros, y habíamos vivido el momento.







Alicia Fernández

martes, 8 de enero de 2013

Que “Fácil” es el trabajo de superhéroe.


Si me hubiera visto la cara en ese momento probablemente no la podría olvidar, acababa de recibir el Whatsapp de contestación de Mario, él y Patricia debían abrir las ventanas para que Lorena y yo pudiéramos entrar descolgándonos con las cortinas desde el salón de encima. Aún seguía preguntándome cómo no nos habían echado ya del restaurante porque seamos francos habíamos provocado el secuestro de un salón, habíamos conseguido que dos matones estuvieran controlando las entradas y salidas del aparcamiento, habíamos armado un escándalo en la recepción y por descontado nos habíamos cargado las cortinas de un salón y nos íbamos a descolgar por la pared. Sí bueno, habíamos sido bastante discretos pero por favor, parecía insólito.

Me asomé al balcón, y comprobé que en efecto, habían abierto las ventanas. Cogí el móvil, marqué el número de Izan.

-Ventanas abiertas, Lorena y yo estamos listas para descolgarnos.

-Perfecto- aseguró él- podéis empezar a bajar, nosotros estamos listos para irrumpir en la habitación.

El plan era simple, Lorena y yo entrabamos por las ventanas como distracción para que Izan y el resto les tendieran una emboscada por la puerta, vale sí sencillo, pero nos superaban en número en caso de que no nos diera tiempo a liberar al resto.

Miré a la rizosa y asentí, comprobamos que las cortinas estaban bien atadas al balcón y descendimos con cuidado, lo más importante era no caerse. Aunque también estaba interesante llegar al piso de abajo. El último salto era el más difícil y a su vez el más divertido. E irrumpimos saltando por la ventana, Lorena por la izquierda y yo por la derecha, ella se llevó por delante dos guardias despistados y yo aterricé encima del padre de Celia. En ese momento Izan, Pablo y Alejandro entraron por la puerta armados con extintores y Celia venía detrás con una cuchara (que nadie sabe de dónde robó) y Lucía con una silla. Vale, no éramos precisamente valientes héroes pero no había más.

Lorena corrió a liberar al resto mientras yo intentaba retener en el suelo al padre de Cece, que se resistía con todas sus fuerzas, finalmente Celia corrió en mi ayuda y aunque no pareciera capaz de hacer mucho le dio bien fuerte con la cuchara. Lo que me dejó en posición de poder ayudar a Claudia con un matón que intentaba tirarla por la ventana. No tengo ni la menor idea de cómo Mario descubrió mi posición ya que estaba al otro lado y cuando un guardia trataba de apuntarme con una pistola le soltó un sillazo y descubrí lo útiles que pueden ser los muebles en una pelea.

No nos quedaba mucho tiempo para terminar el trabajo, ya que, con nuestros gritos, probablemente todo el restaurante su hubiera enterado de que había algo raro en nuestro salón así que rápidamente salimos del lugar, pagamos la cuenta en recepción e huimos del restaurante. Sí había sido muy patético, nada de cuchillos, ni navajas, ni una gota de sangre, porque, claramente, no sé el resto, pero yo precisamente no quería pasar el resto del año en la cárcel.


Menos daba una piedra, acabábamos de salvar la boda de Pablo y Celia, así que los dejamos en su nueva casa (alias, el piso de Pablo), y el resto nos quedamos en el piso de Patricia, Claudia y Sofía que no quedaba demasiado lejos del nuestro.

Cuando llegamos, nos mirábamos unos a otros algunos aún conmocionados por la idea de acabar de tener una pelea con unos matones profesionales y salir con vida y sin apenas rasguños, aunque claro siempre estábamos los típicos patosos (yo) que nos caíamos bajando las escaleras y no descendiendo por la fachada de un restaurante colgada de una cortina. Y es que mientras bajábamos a toda prisa las escaleras del restaurante hacia el aparcamiento me caí. Y ahí comprendieron mi miedo a las escaleras y ascensores.

Me acomodé en la alfombra del salón a los pies del butacón en el que se sentó de forma despreocupada Jaime, mientras que Lidia tomó asiento en el más largo de los sofás junto a Daniel y Adrián. Patricia por su parte fue a buscar uno de sus famosos pasteles y Sofía se fue a poner un pijama. Alejandro conversaba alegremente con Lucía e Izan. Mario y Omar comentaban la hazaña de hoy. Y Lorena y Claudia estaban viendo en la tele un programa de perros, así que consulté mi reloj y las obligué a poner Gossip Girl; a lo que Sofía preguntó a la vez que entraba en el salón:

-¿Pero tú ves eso?

-No sabes lo aburridos que pueden ser los sábados con esa- comenté señalando a la rizosa y provocando la risa del grupo y una mueca por parte de la aludida.

lunes, 24 de diciembre de 2012

¿Born to die? Yo te voy a dar "Born to die" y medio


Sentada en la mesa del mejor restaurante de toda la ciudad me sentía como la reina de Coney Island- que en realidad es una península en la ciudad de Nueva York pero que antaño fue una isla- y si bueno era sábado, Celia y Pablo se acababan de casar y yo estaba comiendo un pollo que sinceramente sabía genial. Vale. Rebobinemos. El jueves todo estaba solucionado, la exclusiva no salió del piso y nosotras evitamos que un escándalo sacudiera la vida de mis amigos. Punto número dos: el viernes todo había ido de perlas. Punto número tres: la comida estaba siendo un éxito. Me daba pena Rocío, se quedó sola en casa, aunque Diego me aseguró que comería con ella me seguí dando pena, y aunque lleváramos 20 años sin saber la una de la otra a fin de cuentas era mi gemela.

-Oye Celia, ese que entra por la puerta del salón no es tu pa…-trató de decir Mario, pero se vio interrumpido por un estallido de gritos por parte de señor González.

Mal, mal, mal, MUY MAL. ¿PORQUÉ TODO TENÍA QUE SALIRME MAL? Corrí hacía los novios y los apuré a salir del salón al tiempo que veía como Mario e Izan trataban de agarrar al padre de Celia. Junto a nosotros salían Lucía, Adrián y Alejandro. Ellos cogieron a Pablo y se lo llevaron a casa mientras Lucía y yo huíamos por el restaurante, perseguidos por un séquito formado por cuatro hombres contratados por el padre de la novia. Cuando llegamos a recepción el pánico ya era dueño de toda mi mente, superaba mis límites, me sacaba de mis casillas. Me acerqué al recepcionista y le dije que si existía una salida alternativa a la puerta principal. Me miró extrañado mientras Lucía seguía observando detrás de una planta como dos de los hombres del señor González comprobaban todos y cada uno de los coches que salían del recinto, y ahora era el turno de Izan y Alejandro. Eché una mirada rápida con el tiempo justo para ver como se levaban por delante al más alto de todos que había intentado impedir su marcha.

-Mierda- susurré al mismo tiempo que el otro matón, que acababa de recibir un puñetazo de Izan; sacaba una especie de Walkie-Talkie probablemente para contactar con el jefe.

Entonces llegó corriendo Lorena, con los bajos del vestido rotos, para avisarnos de que esos hombres los tenían a todos encerrados en el salón. Volví a rogarle al empleado que si no sabía otra salida. ¿Acaso no entendía que era cuestión de vida o muerte? Desesperante. Y por primera vez en aquella hora volví a tener esperanza.

-Señorita los baños del primer piso tienen una terraza que da al aparcamiento de servicio, podrían saltar desde allí sin correr ningún riesgo.

Aferré la muñeca de Celia y avancé por las escaleras hasta la planta superior, en efecto encontré susodichos baños y la terraza. Pero Cece se negaba a abandonar al grupo.

-No puedo, iros vosotras, volveré al salón, dejaré que mi padre me castigué y afrontaré que me mandé a Rusia con la tía Sara.

Lucía se me adelantó, pero yo iba a tener la misma reacción, sonó una especie de chasquido y la mano dejó marca en la mejilla derecha de Celia.
-Que te quede claro que nosotros no dejamos a nadie atrás, y si te mandan a Rusia iremos a buscarte- comenzó Lorena.

-Así que déjate de bobadas, métete en ese baño y cámbiame el vestido.- Sentencié seriamente.

¿En qué estaba pensando? Sinceramente no lo sé, pero nosotros éramos la única familia real que tenía Celia, y yo no estaba dispuesta a dejar que su padre desmontase toda su felicidad. Así que rápidamente me puse el vestido de novia de mi amiga, dejé que se enfundase mi vestido azul eléctrico, y esperé hasta que ella y Lucía se hubieran descolgado por la terraza para entonces darme la vuelta hacia Lorena, asentir y emprender el camino de vuelta al lugar donde quizás me esperase la muerte vestida de hombre con traje.

Cuando estás al borde de la muerte te parás a pensar mejor las cosas, reflexionas y te arrepientes de muchas cosas que dijiste y que puede que no tengas tiempo para enmendar. Caminábamos en silencio porque supongo que Lorena también estaría reflexionando sobre su vida y todo ese rollo.

La entrada al salón estaba a la vuelta de la esquina y puede que no me quedarán muchos minutos de vida, justo cuando íbamos a doblar una mano agarró mi brazo me metió en un pasillo y me tapó la boca y otra hizo lo propio con la rizosa.

Estuve a punto de morirme del susto pero me relajé al ver a Celia, Lucía, Izan, pablo y Alejandro. Y como siempre izan tomó la palabra.

-Vale, rápidamente, hay que hacer una incursión en ese salón, liberar a los rehenes, y eliminar a los matones y todo con discreción porque ninguno queremos ir a la cárcel ¿verdad?

Genial, nuestro día de boda había acabado con nosotros actuando como superhéroes y sin cobrar. Perfectamente entendible, porque nacimos para morir.







Dichoso Pablo



Sí bueno, Pablo estaba allí plantado en la puerta y yo debería deshacerme de él antes de que viera a Celia, porque ella no estaba en condiciones de hablar con su novio. Así que palpé el móvil en mi bolsillo y cogí sus bombones y sus rosas.

-¡Pablo! Dichosos ojos te vean, ¿no te dijo Celia que se iba de compras?

-¿Entonces no está en casa?-exclamó extrañado- Me dijo que estaría.

-Sí, sí, pero es que le surgió un imprevisto y ya sabes, cosas de mujeres- traté de sonar convincente.

Aún no contento le despedí con una sonrisa, cerré la puerta y por la mirilla observé como llamaba al ascensor, se montaba y bajaba. Corrí a la ventana y vi como caminaba calle abajo con su móvil en la mano. Me volví hacia Lorena y Celia que estaban sentadas en el sofá y me senté en la alfombra.

-Ya me diréis que vamos a hacer- comenté muy sarcásticamente.- Sabes de sobra cariño que la Princesa no va a tardar demasiado tiempo más en publicar que tú estás al borde de la histeria porque no te quieres casar. Y Pablo sigue el blog.

La idea principal era meterle miedo a Celia y llegar a un acuerdo con Lorena, para que las dos cedieran. Las palabras parecían no tener efecto sobre Cece y la rizosa seguía a lo suyo. Y yo perdiendo los nervios, la paciencia y todo lo demás.  Maldita naturaleza, me hacía perder el control de mi mente en situaciones desesperadas que requerían medidas desesperadas, como mentir a tus amigos. E intentar ocultárselo a la bloggera que tenías en tu contra. Aunque esto último era casi imposible.

Pensándolo mejor, recapacitemos. No había salido de casa desde que lo sabía, entonces eso dejaba fuera de sospecha a Celia y a Lorena. No era mucho, pero “menos da una piedra” solía decir mi profesora de matemáticas de 1º de Bachiller. Echándole un vistazo al Twitter de la Princesa Blogger descubrí que de momento carecía de información “jugosa” como pone ela siempre.

Y se me iluminó la bombilla, Pablo tampoco podría ser, estaba claro. Desde un principio habíamos puesto bajo sospechas a todas las chicas de la ciudad, eso dejaba a los chicos plena libertad de expresión, y puede que aparte de eso, el Twitter no fuera de la misma Princesa Blogger en sí misma. Muchas cosas no cuadraban, no se expresaba con la misma fluidez en la red social. Y cabía la posibilidad de que nuestra particular reina de los cotilleos no usará nuevas tecnologías más allá del complemento de Google.

¿Por qué no? Me auto pregunté, oh sí, tenía una idea, una intuición, intuición femenina, mi sexto sentido se activó y mi mente se puso a trabajar. “Avante toda” parecía querer gritar una voz en mis neuronas. Y sí que trabajaba, salí disparada a mi habitación traje una de mis libretas y regresé al salón. Miré a mis compañeras mientras comentaba:

-Bueno, ¿qué? ¿Acaso pasó un ángel y no lo he visto? Venid tengo una idea que relajará tensiones

Me siguieron en silencio de nuevo y me senté de un salto en el taburete rojo de la derecha, Lorena se sentó justo al lado y Celia se apoyó en la barra de la cocina.  Abrí la libreta y puse la fecha de hoy.

-No me digas que vamos a escribir tus sueños- soltó Lorena con su tono borde.

-No- contesté lo más secamente que pude- vamos a retomar nuestra vida normal después de desenmascarar a la Princesa Blogger. Y luego vamos a arreglar lo de la boda, porque estoy harta.

-¡Pero si solo llevamos medio día con el problema!- exclamó Celia indignada. La fulminé con la mirada y comentó.- Bueno vale, mejor me callo.

Repasamos la lista de personas afectadas por los numerosos, cotilleos, escándalos y todo lo demás. Estaba claro que todo el que era alguien había sufrido la ira de nuestra particular “Reina Cotilla”. O quizás se tratará del “Rey Cotilla” ahora que habíamos ampliado la búsqueda cualquiera podría ser. Lo que hacía más difícil su descubrimiento, pero avanzaba la investigación. Irónico hasta decir basta. Chocante en cierto sentido.

Y de una forma que parecía imposible- hablando- resolvimos las dudas matrimoniales de Celia, todo quedó aclarado, por el momento. Porque como siempre nuevos problemas vendrían para darme dolor de cabeza. Y como no. Los malos momentos no habían hecho más que empezar y no se hicieron esperar.

Solo dos días, el sábado fue quizás el día más difícil de toda mi existencia…

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Hablar es barato


-LO QUE ME FALTABA- oí gritar a Lorena.

Supuse que ella habría llegado a casa y Celia le hubiera explicado sus temores al matrimonio a dos días de la boda. Y claro, eso sacó de sus casillas a Lorena, típico. Y di gracias a que era la rizosa, y no se trataba de Claudia, que probablemente hubiese montado un espectáculo en medio del salón.  Y tendría unos motivos claros, unos patrones pre-establecidos, un modelo.

Significaba mucho para mí aquella boda, todos la habíamos organizado excepto los novios, ellos no habían movido un dedo porque se trataba de una acciones a escondidas del padre de Celia, y temimos que el hombre hubiera contratado un detective privado que siguiera a nuestra amiga- aunque era poco probable, dicen que mejor prevenir que curar.- El peor momento llegaría cuando se enterase el resto, incluido el prometido de Cece. Y esto a su vez conllevaría a una discusión, lo sabía, lo intuía, algo dentro me lo decía, no sabía el que, pero esa discusión iba a ser mucho peor que todas las anteriores, no iba a terminar bien. Iba a salir mal, esto saldría mal, pero no podía coger el punto donde la infección había comenzado y sencillamente eliminarlo, borrarlo del mapa. Y no podía porque ese punto se llamaba Celia González y era mi mejor amiga.

Dudé si salir o dejar que mis compañeras de piso se arreglaran entre ellas solas, y luego me acordé que no tenía ni idea de donde estaba Rocío, pero en el preciso instante en el que el pensamiento cruzó mi mente, volvió a desaparecer por donde había llegado. Agucé el oído de nuevo para atisbar palabras de la discusión que estaban teniendo mis amigas y alcancé a escuchar como alguien marcaba en el teléfono fijo de nuestro piso. Por el sonido característico de cada número reconocí la secuencia como el móvil de Adrián, que vivía con Pablo. Entonces abrí la puerta, crucé el pasillo en apenas dos zancadas e irrumpí en el salón. Celia estaba sentada en el suelo con el rostro cubierto de lágrimas que brotaban sin cesar de sus ojos, y Lorena estaba jugando con el inalámbrico mientras paseaba por la cocina impacientemente. Pero Adrián no contestó, no supe si dar gracias al Cielo o quizás enfadarme como nada. Mi mente se debatía sobre si dar la razón a una o a otra; ¿mi mejor amiga o mi compañera de piso?; ¿sensatez o amistad?; ¿Celia o Lorena?; ¿mente o cuerpo?

Hablar era barato, caí en esa cuenta luego de pensarlo un rato, no podía ponerme de parte de Celia, porque Lorena no hablaría más. Y no podía ponerme de parte de Lorena porque me resultaba imposible joderle la vida a Celia. Suiza. Ni uno ni otro. Imparcial. Así que dejé que el cielo cayera y la decisión con él. Quizás no era la actitud acertada, pero siempre tenía que ser jueza y ya estaba cansada. Yo no era imparcial, me costaba tomar decisiones y mi sentido de la justicia dependía totalmente del grado de amistad. Por eso entonces me sentía incapaz de decidir por mi misma y atar cabos sueltos. Me costaba encontrar el punto exacto de inflexión, un punto con el que todos estuvieran de acuerdo. Y luego estaban las cuestiones personales, Lorena era tozuda, Celia lo era más y yo carecía de paciencia. Tres patas para un banco. Dos son pareja, tres multitud. ¿Imparcialidad? Imposible de conseguir, rezaba porque Rocío llegase y pudiéramos zanjar el asunto, pero luego salieron cuentas. Si ella entraba, se ponía de parte de una y yo era imparcial la cuestión no quedaba en tablas, no. Alguien perdía, alguien ganaba. Y en la guerra como en el amor, siempre se gana y siempre queda un perdedor. Estúpidamente siempre perdía el que quería más. El que apuntaba más alto, al que más daño se le hacía. La vida era así y no había reglas. Yo no podía cambiar el mundo. Durante aquel verano comprendí que la vida era estúpida, inútil e injusta. Muy injusta. A lo mejor a fin de cuentas yo era igual que la vida. Juzgaba por amistad, por conocimiento y sin embargo la  realidad era así. Algún día llegarás al límite, pero solo si te limitas. Solo si vives cada momento cumplirás todos tus deseos. Flotaba libremente por el mundo de “yupi” como diría Lidia. Y claro, ahí recordé que Lidia sí que era muy imparcial, Lidia era la mejor jueza que podría haber. Porque ni tenía un amor exagerado por Lorena ni por Celia. Ella se limitaba a revolotear alrededor de Jaime, de Sofía y de Patricia. Entonces me separé de la pared, casi podía sentir como mi cuerpo se había dormido cavilando en la misma posición durante tanto tiempo. Y me adelanté a zanjar el asunto. Y cuando me dispuse a abrir la boca Celia levantó un dedo y se alzó del suelo, enfadada.

-Ya está bien, estoy harta Lorena, la que se va a casar soy yo-.Intentó parar.

-Pero tú sabes que le romperás el corazón a Pablo.-contraatacó la otra.

Giraba la cabeza de un rostro al otro, al igual que un espectador de tenis sigue la pelota de un lado al otro del campo. Volví a hacer otro intento nulo y desesperado, pero seguía siendo imposible hablar. Y entonces sonó el timbre de casa y suspiré aliviada porque sería Rocío, como ella apenas las conocía podría ser un buen árbitro también. Así la cuestión quedaría cerrada y ambas partes acabarían contestas.

Lorena se acercó a la entrada pero yo avancé más rápido que ella en una señal que pretendía decir “Abro yo, tú ahí estás muy mona” Descorrí los cerrojos y giré el pomo. Y luego vi su rostro, feliz, con su radiante sonrisa, y aquellos ojos marrones que se clavaron en los míos cuando le estudié de arriba abajo. En la mano derecha llevaba un ramo de rosas rojas y en la izquierda una caja de bombones. Y se me partió el corazón. No recuerdo si caí de culo o simplemente estuve a punto. Porque él era el menos indicado para aparecer por casa en este preciso momento…

sábado, 24 de noviembre de 2012

Chapados a la antigua



Mis pensamientos viajaban a velocidad de la luz. ¿Enserio me estaba pasando esto? Celia paseaba la mirada distraídamente por la habitación y se detuvo en la pantalla del televisor que estaba parado en una escena de Crepúsculo. Suspiré, me alisé el pelo con los dedos, que era lo que solía a hacer cuando estaba nerviosa. Más allá de la realidad mi mente pensaba libremente, ¿secuestrar a Celia para que se casase con Pablo? ¿Convencerla? ¿Cancelar la boda? No, imposible, la única opción posible era la segunda, pero todos sabíamos que Cece era terca como una mula. Comencé a dar vueltas por la habitación como si fuera un perro enjaulado,  mi compañera se percató de ello y creo que se sintió culpable.

-Sé que esto te causa problemas, pero la verdad es que, no lo sé, no creo estar preparada para ello.- insistió- No es fácil por mi familia, ya sabes que mi padre no aprueba la relación.

Definitivamente mi vida parecía sacada de un culebrón de esos que echan en la 1.  El padre de Celia estaba muy chapado a la antigua, eran ricos, su familia había construido una de las primeras fábricas de la zona y la habían conservado hasta el día de hoy. Mi amiga no tenía más que un hermano mayor al que no le interesaba para nada el sector secundario, su pasión era el arte. Además, Celia se iba a casar con Pablo, un chico cuya principal meta en la vida era sacarse la carrera de químicas. Y digamos que Cece desarrollaba un amor por el cine y la literatura desmesurado. El séptimo arte era algo que teníamos en común, quizás lo que nos hacía mantener la amistad, en ese sentido el cine era nuestra vida. Los filmes clásicos nos volvían locas. Sonara extraño, pero era cierto.

Aún estaba cavilando sobre esto último cuando recibí la contestación de Lorena, él miedo de Celia había provocado que yo llena de pánico, le hubiera mandado rápidamente un tweet y eso conllevaba que a estas alturas la Princesa Blogger estaría creando la entrada explicadora al más puro estilo Diario. Sin embargo mi mayor preocupación no era como reaccionara ella, sino más bien Pablo. Él era un buen chico, no se merecía tener que lidiar con estos problemas, vale sí, reconozcamos que antes de conocer a Celia, Pablo era el peor novio que podrías tener.

Y es que cuando eres el chico más deseado del pabellón del instituto hay ventajas y desventajas. Siempre tenía alguna chica dispuesta a ir detrás de él en todo momento, cada semana había una intrusa nueva en el grupo. Y Claudia era una de esas chicas que se desvivían por un chico alto, fuerte y de ojos castaños, puede que nada del otro mundo, pero era un amor de persona. No recuerdo ninguna ocasión en la que Pablo no prestara ayuda de todo tipo, si alguien se había metido contigo, siempre estaba él, en primera fila defendiéndote como tu hermano mayor. Si contábamos que además se volvía loco con todos sus ligues formabas el novio perfecto. ¿Cuál era entonces el problema? Su incapacidad para preservar una relación estable, no es que no lo intentara, es que, simplemente tenía más o menos la idea de que todas estábamos dispuestas a irnos con él en cuanto el señor quisiera. Claudia se fue, pero el reto le llegó con Celia. Se paso todo el primer trimestre de 4º de la ESO intentando que ella cayera en sus redes. Trajo a nuestro grupo a todas y cada una del resto de chicas de las otras clases, pero ella ni se inmutó.

Sin embargo las aguas siempre vuelven a su cauce, y el lobo se enamoró de la oveja. Eso suponía un romance imposible, porque el novio de su hija no aportaría nada productivo a una fábrica de ladrillos si estudiaba químicas. Tampoco su primogénito mostró amor por la empresa familiar. Así pues, al señor González no le quedaba opción alguna que atar a su hija. Así era más o menos como describía la madre de Celia la situación, un padre sobre protector velando por el negocio de la familia.

Y ahora, a dos días de celebrar una boda secreta entre Celia y Pablo… ¿ella se echaba atrás? Mi mente era incapaz de asimilar tal información y me volvía loca. Pero si algo me sacó de mis casillas fue cuando mi compañía se puso a gimotear. ¿No era suficiente con intentar parar su boda? ¿No bastaba con romper el corazón de Pablo? ¿Había también que hacerme perder los estribos y que me pusiera a dar voces? ¿Tenía que llamar la atención de los vecinos?

En silencio caminé a mi dormitorio, una cómoda estancia azul, con un espejo que se abría dejando paso a un enorme vestidor, un canapé de color chocolate con un confortable colchón y un escritorio con un ordenador portátil. En una esquina reposaba una silla de oficina, probablemente yo la hubiera apartado ayer. En la otra punta, cerca de la ventana que daba paso a un balcón con flores, una estantería, del mismo tono que la cama, se hacía notar con todos sus libros, películas y discos musicales. Saqué uno de los primeros, lo elegí al azar no miré ni siquiera el color, sabía perfectamente lo que mi mente buscaba cuando se encontraba mal. Acaricié el lomo del libro mientras mis dedos notaban las inscripciones de la portada. Reconocí el intenso olor que desprendía cuando lo abrí y me enfrasqué en la lectura del primer volumen de la saga: “Cazadores de Sombras” y me sumergí en el intenso mundo de Clary, Jace y el resto. Y dejé que pasara el tiempo, hasta que Celia, sintiéndose mal abriera la puerta, me pidiera perdón y todos siguiéramos adelante con la boda. 

sábado, 17 de noviembre de 2012

Miedo prenupcial



Por los pasillos vacíos del edificio de secretaría de la Universidad de biología caminaba alguien a paso ligero. No se había detenido ni para murmurar un simple gracias a la chica que amablemente la acababa de matricular para segundo año, a pesar de que los plazos ya se habían cerrado hace dos meses y las clases empezaban la semana que viene. Ventajas de ser un enchufado diría Lidia. Eso no importaba en ese preciso instante, solo interesaba el haber conseguido su objetivo, un acercamiento, ver si se podía integrar o simplemente encontrar un topo mejor informado. Un chivo expiatorio del que nadie sospechase…

La mañana del jueves fue un tanto extraña, la noche anterior apenas había podido conciliar el sueño y aún tenía presente el mensaje de la Princesa Blogger. Temía lo que pudiera pasar ahora ¿cuál sería el siguiente paso? ¿Dónde nos iba a llevar todo esto? Y la misma pregunta que volaba por la mente de todo el grupo ¿quién demonios era la Princesa Blogger?

Demasiadas preguntas y pocas respuestas que además eran de lo más complicadas de averiguar. En mi paseo matinal por la ciudad me dio por pasarme por la cafetería de Diego y tomarme un buen cappuccino, era mi forma de decir gracias por el favor de ayer. Me senté en la barra de la cafetería y entablé conversación con su dueño y único camarero que por añadido era mi vecino.

-Aún no he tenido ocasión de preguntarte por tu gemela- dijo mientras me preparaba un buena café.

-Bueno, lo cierto es que aún no lo he gritado a los cuatro vientos- “Aunque la Princesa Blogger si lo haya hecho”-Simplemente descubrí que tenía una hermana y el resto es historia- comenté mientras revolvía mi cappuccino y le pedía un pastel.

Pasé gran parte de la mañana allí sentada, resultaba relajante y era una de las pocas formas que tenía de aprovechar mis últimos días de libertad antes de volver a la Universidad. Del bolsillo de la sudadera de Adrián saqué mi móvil, vale que no estuviéramos juntos, pero se la había dejado en nuestra casa y como Lorena es casi 10 centímetros más alta que yo y a ella le quedaba mal, yo me la agencié. Claramente. Apuré mi café mientras revisaba lo que tenía que hacer mañana viernes, día antes de la boda de Celia y Pablo. Por la mañana debía de terminar de hacer la maleta para Cece, y por la tarde tendría que acompañarla a la peluquería y por descontado poner a cargar mi cámara para que al día siguiente se llenase de fotos estúpidas como las que había sacado Mario en la de Izan y Pablo. Suspiré. Echaba de menos a Mario, mi Mario. Pero ahora temía que Adrián quisiera terminar bien, pero no podía hacerle eso a mi compañera de piso, a otra puede, a mi Lorena no. Impensable, quería salvar mi melena castaña.

Salí del bajo no sin antes despedirme de Diego, era un buen chico, agradable y simpático, pero no era mi tipo, sin embargo se había notado la conexión entre él y Rocío, y no estaría nada mal que terminasen juntos. Por lo menos tendría por seguro que mi gemela quedaría en buenas manos. O al menos Lucía había dicho que eran buenas manos. Y es que sí, Lucía había tenido un affaire, por llamarlo así, con el vecino del 2º izqda.

Todo sucedió hará cosa de unos tres años, no fue mucho tiempo, pero sí unos meses, si la memoria no me falla 6 o 7. Nunca llegamos a saber si se querían, porque durante todo el tiempo que fueron pareja eran muy tiquismiquis con el tema de su relación. No hablaban de ella si podían evitarla y siempre salían los dos solos. La verdad es que me parecía absurdo, al fin y al cabo se trataba de una de mis amigas de siempre y de mi vecino, confianza había. La cuestión era que aunque sonase raro, Lucía no llevaba toda su vida junto a Izan.

Seguí caminando por la calle en dirección a mi piso, a estas horas todo el mundo estaría despierto, aunque Lorena probablemente estaría en casa de Adrián, y no era que se hubiese quedado a dormir, es que según ella tenían que hablar de no sé qué cosa importante. Algo relacionado creo sobre un viaje que haría pronto él con sus compañeros de equipo y es que al igual que Mario, Izan y Alejandro, Adrián jugaba en el equipo local. Puede que no fueran de primera división, pero llevaban entrenando allí desde que mi mente recuerda nombres de personas.

Mi teléfono sonó y vi la foto de Claudia en la pantalla, y al mismo tiempo que me preguntaba cual sería su razón de llamada descolgaba e móvil. Se dedicó a darme la chapa sobre qué zapatos ponerse el sábado, si los salones o los otros, particularmente me daba igual el modelito que llevase a la boda, y casi me concentré más en descifrar lo que decía Patricia al otro lado de la línea. Luego nada más llegar a casa me encontré a Celia echa un ovillo en el sofá, y temiendo que estuviera enferma me acerqué a ella.

-Cecu ¿qué te pasa?- la interrogué nada más cerrar la puerta.

-La verdad es que no tengo nada claro lo de la boda de este sábado- contestó sin mirarme.

Me acerqué y ocupé un sitio a su derecha, me miró lentamente con sus sensatos ojos marrones. Su boca estaba formada en una expresión difícil de interpretar, ¿enfado o tristeza? Nunca lo sabré. Solo sé que era la primera vez que la veía articular otra expresión que no fuera una sonrisa. La primera vez desde que habíamos fechado la boda. La primera vez desde que se había escapado de la casa de sus padres los estirados (aunque solo fuese más bien su progenitor). La primera vez desde que se había instalado en la tercera habitación de nuestro pequeño piso en el centro de la ciudad.